Hace unos años creía que cuando llegaban esos silencios al hablar no
era por falta de un tema de conversación; sino porque no había nada más que
decir. Todas las palabras habidas y por haber las había utilizado para tratar
de explicarte lo mucho que te amo; incluso, inventé palabras para lograrlo.
Hoy, después de tanto tiempo y tantas experiencias, me doy cuenta que
no me equivoqué del todo. Si callo no es porque no hay nada más que decir; sino
porque me he dado cuenta que he hablado demasiado y más que las palabras, lo
que importan son los hechos.
Hoy más que nunca sólo quiero callar, escuchar tu respiración,
recostarte sobre mi pecho mientras te acaricio y vemos las estrellas. Quiero
simplemente dedicarme a amarte...