Aún recuerdo esa tarde en que te conocí. Recién comenzaba la primavera
y aún se podía sentir el aire frío del invierno bajo ese intenso sol. Habría
sido una tarde más hasta que pasó ese mágico suceso...
Un poco antes de que comenzara el ocaso fue cuando mis amigos y yo las
encontramos; sin embargo, tú destacabas entre todas. Una fuerza descomunal
atraía mi mirada hacia ti, no podía dejar de observarte ni un segundo. Aunque
las palabras eran escasas, no eran necesarias. Bastaba con contemplarte para
percatarme de lo especial que eres.
Al acercarse la noche, el viento frío del mar se adueñó de la playa y
estremecía mi ser; no obstante, el resplandor de aquel sol naranja recorriendo
tu silueta e iluminando tu cabello, la ternura en tu mirar, la delicadeza de
tus labios y tu dulce voz me estremecían aún más... Me daban el calor que me
hacía falta, igual que ese sol primaveral tan intenso, que pese al aire frío,
llena de vida a las flores más bellas.
No sé cuándo vuelva a verte; pero sé que igual que cuando te conocí,
será un momento especial... Tu belleza y tu ternura le robarán mi atención a
los demás y me harán perder la razón cuando nos perdamos en el abrazo y el beso
más cálidos jamás sentidos...
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